miércoles, 13 de noviembre de 2013

Aprendí.


 
 
Aprendí a dejarte entrar sin luchar, ya que si te quedas o te marchas, será una decisión tuya, la cual yo no puedo ni debo hacer nada.

Aprendí que sufre más el que lucha, que el que deja que fluya todo, que las cosas suceden porque sí.

Aprendí que tras esa fachada de persona segura, dura y madura, se esconde una persona insegura, sensible que lo único que necesita es poner una sonrisa en su vida, una persona que le haga reír, una persona que lo/a haga sentir la persona más especial del mundo.

Aprendí que no vale la pena malgastar el tiempo hablando de personas que no valen la pena, que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio.

 

“Cigarro que has encendido,
no lo vuelvas a encender,
amor que has querido,
no lo vuelvas a querer”.

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